Hace unos días, una anotación de Joi Ito me llevó al fantástico artículo de Chris Anderson en Wired titulado The Long Tail (la cola larga), que es de los que merece la pena no perderse y leer en su totalidad. Después lo vi también comentado también por Anil Dash y por Enrique Dans.
La tesis principal del artículo de Anderson es que la concentración de ventas en unos pocos artículos, ya sean canciones, películas o libros, no es un fenómeno natural, sino producto del modelo de distribución física, único existente hasta hace poco. La limitación de espacio en cines, videoclubs, tiendas de discos y de libros, junto con el alcance geográfico limitado de cada uno de ellos, hace que en el modelo de distribución pre-internet sólo sea rentable distribuir obras que tengan volúmenes de ventas relativamente altos. Las primeras experiencias de negocios en internet con catálogo casi ilimitado tipo Amazon, Raphsody (música de pago) o Netflix (alquiler de dvds), demuestran que, aunque es verdad que los superventas venden mucho más, prácticamente todos los productos ofrecidos venden algo. Es más, en la curva de distribución de las ventas, la cola es tan larga, que su superficie es mayor que la de la cabeza. Dicho en términos más comprensibles, se venden más discos de grupos pequeños, pocos de cada uno pero muchos sumados, que de superventas.
¿Por qué sucede esto? En parte por que los sistemas de filtrado colaborativo (las clásicas recomendaciones de amazon, por ejemplo) llevan a los consumidores de películas superventas a probar películas mucho menos conocidas pero que les consta que son de estilo similar al de las que conocen. Y constantemente surgen nuevas iniciativas en este campo, como last.fm, una radio de internet que programa música de las listas de favoritos de aquellos a los que les gustan canciones como las que te gustan a ti. La gracia está en darle la oportunidad a los pequeños de que los oiga su público objetivo.
Las implicaciones de este razonamiento salta a la vista que son enormes para las industrias de la cultura, especialmente para los pequeños. El modelo actual, no sólo no consigue funcionar con los grupos consagrados, es que nos limita muy fuertemente el acceso a los productos no conocidos. Este es también uno de los argumentos de más peso de Lawrence Lessing en su libro Free Culture, en el que explica que el copyright se ha ido expandiendo progresivamente hasta abarcar cualquier producción creativa, limitando severamente el acceso a obras minoritarias o poco conocidas.
Al hilo de esto me parece también muy interesante la discusión que plantea Albert Armengol en El fin de la industria discográfica. Va un poco más allá y aventura un futuro en el que las canciones las guardamos en móviles con mucha memoria y con capacidad de streaming (bajarse canciones directamente de la red). De hecho Anderson también apunta al streaming como modelo de futuro. Lo cual me recuerda mucho a la visión del móvil como “mando a distancia de tu vida digital” a la que hace referencia constantemente Howard Rheingold en su libro Smartmobs (que me acabo de terminar de leer).
Y a todo esto, nuestros gobernantes en el limbo, legislando contra la gente, en connivencia con una industria cuyo modelo de negocio ha sido arrollado por la innovación socio-tecnológica (mezcla de adelantos tecnológicos, de las nuevas aplicaciones que estos permiten y de los usos que de ellos hace la sociedad), que intenta, a largo plazo estoy seguro que en vano, parar dicha evolución con lobbying, leyes, represión generalizada y crispación.
En el futuro nos reiremos de todo esto, pero no les dejemos que nos lo arrebaten.
Actualización 13/10/04: En la Atalaya estamos manteniendo una interesante conversación sobre este tema. No os la perdáis.
Segunda actualización 14/10/04: la conversación sigue aquí y en los comentarios. Entre otras cosas hemos localizado el estudio de MIT en el que se basan los números sobre Amazon.
Lobbing? Quieres decir lobbying? O mobbing?
Por lo demás, estoy más o menos de acuerdo contigo. Pero la «cola gorda» no garantiza nada, porque dentro de esa cola hay también muchos objetos con 0 interés. Lo único que te dice es que, aunque los que tienen más reciben mucho más que los que tienen menos, hay muchos que tienen algo.
Lobbying JJ, ya lo corrijo. Es verdad que en la cola larga hay muchos objetos no interesantes, igual que al principio por otra parte, sin embargo, el acceder a ellos mediante filtrado colaborativo reduce mucho (pero no elimina) la probabilidad de encontrarte con _artículos_ que no te gusten.
La idea de fondo es que, incluso circunscribiéndonos a un modelo de desarrollo de la creatividad meramente comercial, hay tanto o más mercado en los muchos pequeños nichos que en los grandes superventas.
A mí me parece muy interesante en un aspecto: el papel de las discográficas no sólo es de distribución, también es de marketing e influencia en medios. Descentralizando los medios de difusión (por ejemplo last.fm) la necesidad de ese intermediario que infla los precios será cada vez menos necesario y tendrá un efecto importante en la «altura de la parte de atrás de la cola».
Si bien coincido en que el tema de la concentración de las ventas en pocos títulos u objetos no tiene nada de natural, me parece que habría que incluir cuestiones como el tema de las economías de escala. Al menos hasta hace 20 años alcanzar una escala suficiente como para que el producto sea rentable requería de una fabricacion masiva de productos; pero con el progreso de las nuevas tecnologìas de producción, hemos pasado a una época en donde las economías de gama ya no están contrapuestas a las economías de escala.
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