Ahora que se ha pasado un poco el revuelo de las desinversiones de multinacionales en España (gracias a otras noticias con mayor calado aún en la opinión pública), me gustaría retomar un tema, que ya tocamos de pasada, con más calma.
Lo voy a hacer aprovechando un oportuno descubrimiento: un artículo en Ventureblog titulado La ironía del outsourcing. En él se reflexiona sobre la noticia que proporcionaba el International Herald Tribune de que en China se perdieron 16 millones de empleos industriales entre 1995 y 2002. ¿Por qué? ¿Dónde fueron esos empleos? ¿Quién paga sueldos más bajos? La respuesta que da Kevin Laws es irónica: Silicon Valley.
En realidad son las innovaciones tecnológicas las que introducen mejoras de productividad: se produce más con menos capital y, sobretodo, menos mano de obra. Y curiosamente esos mismos ingenieros de Silicon Valley son los que ahora están perdiendo puestos de trabajo que se van a China e India. Al final es beneficioso para la economía en general, aunque pueda ser perjudicial para unos u otros de forma temporal.
La clave está en saber adaptarse. Kevin da el ejemplo de Hong Kong, que antes de la unificación con China era fuente de mano de obra barata. Al unirse todos los puestos de trabajo de manofactura se fueron a China, pero Hong Kong se reinventó con ocupaciones de mayor valor añadido. Hoy tiene una renta per capita superior a la que tenía bajo dominio inglés. Todo un ejemplo.